miércoles, 16 de mayo de 2012

Sopa miso para el alma

La tradicional sopa miso japonesa no puede faltar en el menú de los vegetarianos, mucho menos de los macrobióticos. Y es que lo tiene todo: proteínas, minerales y vitaminas. Es, sin duda, uno de los platillos más completos y nutritivos que existen.

Sus ingredientes principales (miso, tofu, algas marinas y hongos shiitake) pueden conseguirse en tiendas orientales. Yo conseguí el miso en una de las tantas tiendas coreanas de la Zona Rosa del D.F., pero también lo venden en supermercados japoneses (les recomiendo el que está en la esquina de División del Norte y Londres). Sin embargo, el mejor miso que he probado es mexicano: se llama Miso del Golfo y lo pueden conseguir en The Green Corner. Lo produce Pat Hayward –quien por cierto fue mi vecina mientras viví en el puerto de Veracruz– de manera orgánica. Allá, Pat también vende tofu y leche de soya frescos.

Los demás ingredientes son más fáciles de encontrar; el tofu ya lo venden en los supermercados. Pronto subiré otra entrada donde hablaré de las distintas marcas de tofu y cuál sirve para qué. La marca que mejor queda para la sopa miso es la Mori-Nu o la Silk, ambas las venden empaquetadas al vacío en lo súpers. Compren el que dice "Extra- firm", pues de lo contrario se les va a deshacer todo.

Ahora sí a lo que nos incumbe: cómo preparar esta maravilla de sopa.

Ingredientes


Pasta miso
Tofu firme
Hongos shiitake secos
Algas marinas secas (wakame)
Sal marina

Se pueden añadir cebollines rebanados, verduras y fideos cristalinos.

Preparación

Lo primero que tenemos que hacer es hidratar las algas y los hongos. Simplemente los ponemos a remojar en un recipiente con agua purificada; los dejamos unos 15 minutos hasta que los hongos estén esponjados y las algas, extendidas. No hay que tirar el caldo que resulte del remojo, pues nos servirá para dar sabor a la sopa (los japoneses llaman a este caldo dashi, y es la base de muchas de sus preparaciones).

Ponemos agua limpia al fuego; una vez que esté bien caliente, tomamos un poco en una taza y añadimos una o dos cucharadas de pasta miso. Revolvemos bien hasta disolver y regresamos el concentrado a la olla. Así continuamos hasta que el caldo obtenga el sabor deseado: hay que cuidar que no quede ni muy insípido ni muy salado. No debemos vaciar el miso directamente sobre el agua de la olla o difícilmente se disolverá.

Entonces añadimos sal marina para sazonar, los hongos shiitake y las algas hidratados con su caldo y el tofu partido en pequeños cuadros. Si queremos, podemos añadir ahora el fideo cristalino (de arroz), pues se cuece en unos pocos minutos. Las verduras tienen que cocerse desde el principio, antes que cualquier cosa.

Es importante que el miso no hierva o pierde sus propiedades. Cuando menos eso me dijeron mis maestros macrobióticos.

Se sirve de preferencia en un platón japonés (de esos hondos y pequeños) y con una cucharada también honda de cerámica.

¡Sayonara!








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